La Corrida de un Sermón

La Corrida de un Sermón




Introducción

Muchas veces escucho a sermones de otros, especialmente los que no predican cada domingo, y pienso, «¿Qué pasó? No te dejan predicar tanto, entonces quieres darnos 2 o 3 sermones en uno, y se ve esto por la cantidad de material que presentas y por el tiempo que sobre pasas la hora?»

Como pastor de mi propia iglesia, y como misionero que constantemente estoy predicando en iglesias ajenas, estoy muy sensitivo del tiempo de un sermón. Primero déjame confesar que he predicado a veces, hasta una hora, y hay en (mi pasado espero primero Dios) sermones que me ha durado por una hora y 20, hasta una hora y media. No considero estos sermones mucho éxito a la verdad. Tuve demasiado material para un solo sermón, y en un punto, empecé a dividir el sermón en dos partes (que tampoco funciona bien), y al final, es mejor reducir el material en el sermón.




En esta entrada de blog, quiero hablar en serio con los predicadores allá que me escuchan. Cuando examinas a profesionales que hablan en público, no ves profesionales que no se preparan bien por un evento de oración secular. Hasta que dan su discurso en su oficio a solas para que ven «como sueña» y «que tanto que dura.» Si permites a tu propio oído juzgar, ya puedes discernir problemas aquí.

Hablamos de la «corrida de un sermón», hablamos de como tú, como administrador de tiempo dado y arquitecto del sermón, como tú divides el tiempo. Primero, vamos a hacer referencia a mi blog anterior, la Duración de un Sermón, y esto habla de varios elementos que debemos considerar seriamente. A final de cuentas, un sermón «normal» para la mayoría de los pastores debe ser entre 35 hasta 50 minutos. Si eres el pastor o predicador quien predica cada domingo, tal veces decides por ti mismo la cantidad de tiempo adecuado, y tienes toda la razón. Pero si no eres «el dueño del púlpito» o el «encargado principal» de las predicaciones, debes limitar tu tiempo para no fastidiar y frustrar la congregación.

A la verdad, causarás más daño con un sermón aburrido y largo que cualquier bien que puedes presumir de hacer. Primero la congregación te dejó de hacer caso de tu mensaje ya atrás en la marca de 45 minutos o antes (si eres aburrido). Segundo, condicionas a la congregación con una mala reacción en contra de los que predican, causando la congregación de ser fastidiado muy rápido. Tercero, de no prepararse y disciplinarte de predicar en una forma excelente es de insultar a Cristo. Es Su púlpito, y eres invitado allí, y no haces lo que quieres. Aunque la mayoría de las congregaciones allá en el mundo no te pedirán a bajarte o terminar, ni tampoco se levantarán a salir, no debes abusar de tu oportunidad de ministrar por Cristo.

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Déjame decirte que simplemente practicando tu sermón (aun en voz baja en el baño) es una buena forma de aprender de disciplinarte como predicador. Predícalo exactamente como en el púlpito, y usa tu reloj para ver el tiempo. Recuerdas, no será más rápido domingo en la mañana, entonces reduce el material.

Ve Usando Bosquejos para la Congregación





Como predicador, yo escribir todo mi sermón con bosquejo, versículos que voy a leer, etcétera. Si me sale 7-8 páginas, con espacio entre los parágrafos, a una letra grande para que lo leo (no leo de la Biblia en mis sermones normalmente porque mi vista está acabando y no veo bien), entonces me durará 50 minutos hasta una hora el sermón. Ya aprendí esto. Cuando me preparo para el sermón, leo todo, pero en el púlpito, leo solamente el bosquejo y los versículos, y nada más. Todo lo demás que he escrito paso por alto.

Quitando «todo lo demás» y reduciendo los versículos a solamente sus citas, todo debe caber en una sola hoja. (Esta versión usó en el reproyector para la congregación de seguirme mientras predico.)

He preparado sermones así, y sé que 4 páginas me va a durar 25-30 y más que 7, tengo que correr muy rápido, y aun así me paso el límite de tiempo. Cuando hago todo el sermón, y ya está terminado, veo que excede 8 páginas hasta 12 páginas, tengo que quitar material, o dividirlo en dos diferentes sermones.

Nunca lleva más material que es lo que vas a predicar. Haz la decisión de que será presentada en tu oficina, y borrar lo demás, o copia lo demás a un archivo para usar luego en otra ocasión.




¿Cómo vas a dividir tu tiempo?

No sé porque predicadores no pueden hace este cálculo, pero es fácil. Entonces voy a hacer esto aquí para que veas. Contamos minutos del momento en que subes al púlpito hasta que te sientes de nuevo. Al subirse es minuto cero.

Si tienes 40 minutos, vas a tener una introducción a tu tema, y una conclusión. Lo famoso aquí es el predicador nervioso y inexperto que sube al púlpito, y por su nerviosismo, empieza a hablar «antes» de su sermón. O sea, está hablando tratando de quitarse los nervios, pero no es su introducción. Cuando se calma algo, empieza su sermón. Con unos, ya pasa 10 o 15 minutos con esto y la introducción. La introducción básicamente es, «El tema de mi sermón es el bautismo de Jesucristo.» Tarda segundos de decirlo, pero estos ya pasaron 15 minutos a llegar a esto, y aun con tanta vagar, ni declararon firmemente el tema.




Si tomas 5 minutos para la introducción y conclusión (10 minutos total), entonces tienes nada más 30 minutos restantes. Para un sermón de tres puntos principales, debes dividir estos 30 minutos en 10 minutos para presentar cada punto y transición al próximo.

  • Un sermón de 3 puntos: 10 minutos/punto
  • Un sermón de 4 puntos: 7.5 minutos/punto
  • Un sermón de 5 puntos: 6 minutos/punto

Así es como debes ver tu bosquejo, no que tienes todo el día para plantear las ideas y terminarlo.

Ahora, si fuera nada más así, será más aceptable, pero no es nada más así. Hay sub-puntos. Con un sermón de 3 puntos (10 minutos por punto), entonces cada punto tiene 3 sub-puntos, y entonces, tienes que tratar con cada sub-punto en 3 minutos.




Sermón de 3 puntos (10 minutos cada punto y sub-puntos)

  • 2 sub-puntos – 5 minutos cada subpunto
  • 3 sub-puntos – 3 minutos cada subpunto
  • 4 sub-puntos – 2.5 minutos cada subpunto

Sermón de 4 puntos (7.5 minutos cada punto y sus sub-puntos)

  • 2 sub-puntos – 3 minutos cada subpunto
  • 3 sub-puntos – 2 minutos cada subpunto

Dudo que aun expertos predicadores pueden tratar un subpunto y leer un versículo en menos que 2 minutos.




Sermón de 5 puntos (6 minutos cada punto y sus sub-puntos)

  • 2 sub-puntos – 3 minutos o menos cada subpunto

Eliminando lo no necesario

El punto aquí es de que ves que tan poquito tiempo realmente tienes. No hay tiempo de vagar en cosas que no vienen al punto. ¿Qué cosa avanza tu tema, que cumple tu propósito? ¿Qué cosas se echan a perder tu tiempo?




La presentación de demasiado versículos.

Cuando realmente captas las limitaciones de un sermón buen hecho, tienes que recortar todo que no sirve tus propósitos. Empezamos con versículos.

Personalmente no quiero escuchar a un sermón que no expone la Biblia. Para mi como cristiano obediente a la autoridad de la Palabra de Dios, es una perdida de tiempo. Entonces un buen sermón debe tener versículos, y debe tener muchos. Habiendo dicho esto, no te caes en el encanto de por tener y leer muchos versículos, el sermón es bíblico o bueno.

Lo que necesitas no es muchos versículos, pero versículos que son excelentes presentaciones de tus puntos, en que hablan por sí mismo, demostrando exactamente tu punto (o sub-punto) sin mucha explicación. Casi siempre es necesario un poco de explicación del versículo, pero en tu preparación y apuntes, busca 4-8 versículos para cada punto o sub-punto. En un punto de pulir el sermón, examina cada versículo hasta que encuentras uno que mejor presenta la idea, usa solamente este versículo y quitar los demás.




O sea, cada sermón debe tener versículos porque esto es lo que se trata, lo que quiere Dios decirnos. Pero igualmente, un excelente sermón no es una cadena larga de versículos donde lees los versículos uno tras otro sin explicarlos, ni tampoco hay tiempo para presentar ideas y respaldar estas ideas con la Palabra de Dios si tienes demasiados versículos en cada punto y sub-punto. Un sermón excelente es uno que tiene un versículo que demuestra el punto o sub-punto de tal forma que nadie puede refutar la idea del punto. Normalmente, debes buscar a lo menos un excelente versículo por cada punto, y a lo mucho 3 versículos por punto, y dejar los demás con nada más anotarlos o para tus apuntes.




La falta de preparar lo que vas a decir

Cuando escucho un sermón que va aburrido, y parece que nunca va a terminar, anoto la material que el predicador está presentando y su tema. Yo soy predicador, y he predicado sobre muchos de estos mismos temas. En ver las cosas de mi punto de vista, muchos sermones «pobres» o «aburridos» o «confusos» son realmente buenos sermones que el predicador lo echó a perder.

Esto viene porque no es capaz de presentar las ideas correctamente, no encontró buen respaldo de versículos y lógica, o simplemente no echó ganas suficiente. Lo que realmente me molestó de estos cuando estos predican así en mi iglesia es que «se queman» el predicar y la iglesia para mi gente.

En la mayoría de las veces, si el predicador hubiera predicado el sermón en su casa una o dos veces, o hubiera predicado y grabado su sermón, y luego escucharlo de nuevo, se puede ver la falta de técnica o habilidad en la presentación. Muchas veces lo que necesita es de predicarlo lentamente, y luego buscar las palabras más concisas y claras para su propósito, eliminando elementos de su sermón que distraen o confunden el tema principal de su sermón. Estos normalmente «no paga el precio» para predicar un buen sermón y la gente no quiere oírles más.

Es mejor de predicar una o dos veces al año, y que sea un excelente sermón, que una docena de veces y cada vez es mediocre.




Anécdotas y ilustraciones no necesarias

Lo que marca el predicador inexperto es que quiere copiar a buenos predicadores, pero nunca puede discernir los elementos que hace un sermón «excelente». No es gritar, no es tener bromas y chistes. No es la personalidad carismática. Es un mensaje de Dios que es presentado claro, con fuerza, y con concisión.

Personalmente no me gusta usar anécdotas y ilustraciones mucho. No es porque no sé hacerlo, sino que la mayoría de lo que he visto en esta área es distracción y no ayuda el mensaje principal del sermón. Por «tener una ilustración» buscan una ilustración en una forma (distante y confusa) toca el mismo tema del sermón, y insertan esta material.

Una ilustración debe ilustrar. Pero ¿ilustrar qué? Nunca usas una ilustración si no clarifica y hace más agudo el mensaje central del sermón (el tema) o el punto. Igual con anécdotas que a la verdad desvían del punto en lugar de ampliar el punto.

Hazte la prueba. Lee tus apuntes con la ilustración o anécdota y sin ella. ¿Se entiende el punto igual con o sin? Quita este elemento por cuestiones de tiempo. Si absolutamente vas a debilitar tu punto si quitas este elemento, entonces déjalo como parte. No es pecado tener un sermón sin ilustración ni anécdota.

Lo que no hace tu punto mejor con fuerza, distrae. Lo que no aclara bien, neutraliza por diluir lo bueno.




Entendiendo la corrida de tu sermón

Cuando terminas de estudiar y componer tu sermón, cuando tienes tu bosquejo y apuntes ya terminados, necesitas analizar «la corrida de tu sermón.» Ve la duración de tu sermón, y si no es 40 minutos, quita material. No seas tentado de dejarlo en tus apuntes, y «quitarlo si no corres corto de tiempo.» Haz las decisiones de que queda y que sale de tu sermón en tu oficina antemano, nunca en el púlpito.

Opta por predicar un sermón corto en lugar de abusar tu oportunidad con alargar. Es demasiado fácil de «nada más 5 minutos más», y luego estás al punto de hora y media o media hora o más pasando cuando deberías haber terminado.

Un buen sermón tiene su tiempo de terminar dependiendo de la gente, la ocasión, el ambiente, el predicador, el tema, la arte de componer y presentarlo, etcétera, pero una vez que pasas este tiempo perfecto, cada palabra más causará el buen efecto que pudrías hacer hecho de desaparecer, quedando coraje, frustración, y malestar en la gente que te oyen.





Moody La oración que prevalece
es una examinación sobre la oración, gente estelar de oración, y cómo cada cristiano de practicar intensivamente la oración.
Extracto: Jesús, como Hombre de Oración
Quiero llamar la atención del lector de modo especial sobre Cristo como un ejemplo para nosotros en todas las cosas, pero de un modo especial en la oración. Leemos que Cristo oraba al Padre por todo. Toda gran crisis de su vida fue precedida por la oración. Dejadme citar unos pocos pasajes. Nunca noté hasta hace unos pocos años que Cristo estaba orando en su bautismo. Mientras oraba, los cielos se abrieron, y el Espíritu Santo descendió sobre Él. Otro gran acontecimiento de su vida fue la Transfiguración. «Y entretanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente» (Lucas 9:29).
Leer/Descargar el libro: Moody La oración que prevalece.

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